9 años de cárcel a hombre que amenazó con matar a Donald Trump

Gary Joseph Gravelle, un hombre de 53 años de New Haven, Connecticut, quien el año pasado se declaró culpable de siete cargos de amenazas, uno de ellos por haber enviado una carta con polvo blanco amenazando con matar a Donald Trump, fue sentenciado este miércoles a nueve años de prisión.

En septiembre de 2018, Gravelle, también conocido como Roland Prejean, envió una carta amenazadora dirigida al entonces presidente Donald Trump, en la que también iba un polvo blanco que según aseguraba falsamente el acusado era ántrax, como consta en los registros judiciales.

Gravelle, quien tiene antecedentes de enfermedad mental, también envió amenazas a otras personas, como funcionarios federales de libertad condicional, proveedores de salud mental y una cooperativa de crédito. Además, amenazó con volar aviones y propiedades en el Aeropuerto Internacional de Burlington, Vermont.

Por estos hechos, la jueza Kari A. Dooley, de la corte federal del distrito de Bridgeport, Connecticut, condenó a Gravelle a más de siete años, más otros dos por haber violado sus condiciones de libertad supervisada.

Según la oficina del fiscal federal de Connecticut, John H. Durham, Gravelle, quien se encuentra detenido desde su arresto en septiembre de 2018, ya había sido encarcelado con anterioridad en 2010, también por enviar mensajes amenazantes.

Su abogado, Joseph Patten Brown, ha denunciado que actualmente su cliente, detenido en el Centro de Detención Donald W. Wyatt de Rhode Island , recibe medicamentos pero no ve a un terapeuta con regularidad y que por el momento no se sabe dónde cumplirá el resto de su sentencia o si sería transferido a alguna instalación de salud mental, que es a lo que aspira la defensa, según un reporte de The New York Times.

En un memorando de sentencia citado por el Times, Brown escribió que su cliente era «un hombre enfermo» que «no tenía la intención de cumplir» sus amenazas «o aparente capacidad para hacerlo». El abogado lo describió como una persona sin un patrón ideológico, racial o religioso, que «no tiene otra agenda que no sea un grito de ayuda equivocado».

Aunque reconocieron su historial de enfermedad mental, los fiscales del caso insistieron en que sus amenazas habían afectado profundamente a las víctimas que «no tuvieron ningún papel en la creación de ninguno de los problemas del acusado, pero de todos modos se vieron obligadas a soportar la peor parte».