Megan Jayne, una joven británica de 22 años, ha aumentado más de 40 kilos en un año. Y aunque muchas otras mujeres estarían preocupadas por subir tanto peso, ella está feliz. En algún momento de su vida llegó a pesar 29 kilos, y lograr estos kilos de más es su triunfo sobre la anorexia y el testimonio de amor propio que comparte con sus miles de seguidores a través de las redes sociales y de su página web.
Jayne se describe a si misma como una «anoréxica recuperada» que luchó durante dos años contra la enfermedad.
«Quiero mostrarle a las personas que recuperarse es posible. Y llevar un mensaje de que todos somos extraordinariamente hermosos, tal como somos, y que lo que valemos es mucho más de cómo nos vemos», dice la joven en su página web.
La joven hoy día es una promotora de la imagen corporal positiva y de los «amorosos rollitos en el estómago», afirma. Jayne comparte en su cuenta de Instagram y en su página web cientos de mensajes inspiracionales a través de los cuales pretende ayudar a otras personas, mujeres y hombres, que se sienten inseguros con sus cuerpos.
«Cada vez que no nos ponemos algo, dejamos de comer o de hacer algo porque creemos que no somos suficientemente buenos, que no lo merecemos, estamos dejando que la vida se nos escape entre los dedos. Nos atamos a cadenas que dicen «Lo haré cuando pierda peso» o «No puedo hacerlo mientras me vea así», y rechazamos nuestra felicidad por una promesa que nunca llega», afirma Jayne en su página.
Ahora Jayne posa orgullosa para las fotografías que comparte con sus más de 70.000 seguidores en Instagram. Es común verla en ropa interior o bikinis, y suele comparar esas imágenes de cómo se ve ahora con fotografía que le tomaron cuando sufría de anorexia. En el punto más grave de su enfermedad, Jayne llegó a pesar 29 kilos.
«Lo que sea que te hayan enseñado a odiar de ti mismo, bien sea tu peso, tu altura, tu color de piel, tu género, tu edad, tus habilidades… eres más que eso», le dice la joven a sus seguidores.
Aunque ahora Jayne dice que físicamente está fuera de peligro, afirma que su mente nunca se recuperó de la anorexia, y que debe recordarse todos los días que la felicidad va más allá del aspecto físico de las personas. «Me tardé en darme cuenta que no podía pasar el resto de mi vida odiándome. No quería hacer dietas por siempre ni quería tener el cerebro lleno de los mensajes de los medios sobre el ‘cuerpo ideal’. Supe que la delgadez nunca sería igual a la felicidad, a pesar de lo que se nos ha enseñado».