En Bangkok, Tailandia, un hombre le ofreció un trozo de pollo a una perrita hambrienta. Ella lo aceptó con gratitud y, en vez de comérselo, lo transportó en la boca a otro lugar. Unos minutos más tarde, ella volvió al hombre para que le diera otro. Esta vez el hombre encendió su cámara antes de darle un segundo trozo. Y cuando lo hizo, se puso a seguir a la perrita. Esto fue lo que grabó:
¡Qué mamá más dulce! Por mucha hambre que tuviera, sus hijos van primero.
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